miércoles, 4 de junio de 2014

Europa cumple la reducción de emisiones del protocolo de Kioto

Las emisiones de gases de efecto invernadero en la Unión Europea descendieron en 2012 y ya se sitúan en niveles que permiten a la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA, en sus siglas en inglés) asegurar que la UE está en el buen camino para alcanzar los objetivos de reducción que se fijó para 2020. No solo eso: los datos, ya cerrados, enviados a Naciones Unidas y que la EEA hizo públicos este martes, muestran que los 15 países europeos que se comprometieron en el Protocolo de Kioto a contener sus gases de efecto invernadero han cumplido de sobra su meta conjunta: emitir en conjunto un 8% menos que en 1990.
Tras varios años de descenso, en 2012 los registros muestran una caída de las emisiones del 1,3% en toda la Unión con respecto a 2011. Si se compara con dos décadas atrás —1990, el año base para los cálculos de Kioto— Europa ha conseguido reducir un 19,2% sus emisiones. Sin embargo, no todos los actuales miembros de la Unión se comprometieron igual. Los 15 que formaban parte de ella cuando se firmó el protocolo (1997), incluida España, decidieron ir en conjunto: cada uno debía reducir un 8%, pero entre los 15 se repartieron la carga de manera que, mientras países como Alemania tenían que emitir un 21% menos, otros podían aumentar, y España, en concreto, hasta un 15%. Globalmente han reducido un 11,8%, según los últimos datos disponibles.
Emisión de gases de efecto invernadero. http://elpais.com/elpais/2014/06/03/media/1401824410_599926.html
El cumplimiento de Kioto se mide por las emisiones para la media del periodo 2008-2012 con respecto al nivel de 1990. Cinco de estos países incumplen sus objetivos individuales, según los informes de la EEA. Y uno de ellos es España, a la que se pedía no superar un 15% de aumento, pero que lo ha sobrepasado hasta el 23,7%. Pudo ser peor: hace una década, en 2004, España emitía un 53% más que en 1990. El grueso de la mejora de España en estos años no se debe a sus esfuerzos para ser más eficiente energéticamente o para aumentar el porcentaje de las renovables. Hay que agradecérselo a la crisis económica, tal y como reconocen las dos últimas titulares de la oficina de Cambio Climático del Gobierno, Teresa Ribera (2008-2011) y Susana Magro (2012-actualidad). La recesión ha reducido la producción industrial y el transporte.
“España incrementó sus emisiones por encima del límite que marca Kioto, pero se espera que consiga su objetivo comprando créditos de reducción de emisiones a otros países mediante los mecanismos de flexibilidad que contempla el protocolo”, explica un portavoz de la EEA. En realidad, ya lo ha hecho. Entre 2008 y 2012 el Gobierno ha gastado más de 800 millones de euros en comprar derechos de emisión en previsión de que, llegado el momento de cerrar los datos del periodo 2008-2012, no se cumpliera el objetivo de Kioto. En total, el Gobierno socialista desembolsó 770 millones de euros en estos créditos, a los que se sumaron 42 millones ya en época del PP para comprar a Polonia parte de su exceso de emisiones.
Hace unos meses la EEA alertaba en otro informe de que en España la brecha entre lo que se tendría que haber reducido y las emisiones reales era comparativamente muy grande. Suponía un 13%, cuando la media de los países europeos era del 1,9%. España no es, sin embargo, el único país en esta situación, recuerda el portavoz de la agencia medioambiental europea. Estados como Italia, Dinamarca y Austria también tendrán que recurrir a la compra de derechos para cumplir con su parte del protocolo. La EEA espera publicar un informe técnico más detallado en junio, añadió el portavoz.
Susana Magro, directora de la Oficina de Cambio Climático, asegura que con los derechos ya comprados no hará falta desembolsar más. Hace unos meses decía que “por si acaso” contaba con una partida de 24 millones, pero cree que no será necesario usarla. “Podría incluso sobrar algo, que arrastraríamos al siguiente periodo de Kioto”, explicó. Una vez los datos europeos han sido enviados a Naciones Unidas, este organismo empieza un proceso de revisión que se puede prolongar hasta septiembre.
La EEA recuerda que las emisiones cayeron en 2012 con respecto al año anterior por dos motivos: las reducciones en transporte e industria derivadas de la crisis económica y la creciente proporción de energía que se produce a partir de fuentes renovables. La agencia destacó ayer que, ocho años antes del objetivo de 2020, la UE ya estaba en 2012 muy cerca de conseguir reducir el consumo de energía primaria un 20%.

Fuente: EL PAIS

jueves, 31 de marzo de 2011

Greenpeace advierte del riesgo para Tokio si no se controla la situación de la nuclear

La organización acusa al Gobierno de ocultar adecuadamente todos los riesgos. Jan van de Putte, experto belga en seguridad radiactiva de Greenpeace, ha estado durante dos días en la zona cercana a la central nuclear de Fukushima, donde ha realizado con un equipo local de la organización ecologista una serie de mediciones. Los resultados, según cuenta, revelan que la radiación en algunos lugares fuera de la zona de exclusión (20 kilómetros) y de evacuación voluntaria (30 kilómetros) es tan elevada que las autoridades deberían imponer la salida de quienes viven aún en estas zonas. Cree también que, dada la magnitud de la población de Tokio (13 millones), la radiactividad ya fugada "tendrá un impacto en los habitantes de la capital, como un incremento de los casos de cáncer a largo plazo". Pero su mayor preocupación es "que se produzca un accidente mayor del ocurrido hasta ahora, como una fusión del reactor o una gran explosión, que genere una nube radiactiva". ¿Qué pasaría entonces? "En el peor de los casos, convertiría un área en la que viven 30 o 40 millones de personas en un sitio donde sería difícil poder vivir y trabajar. Y si se aplican los mismos criterios que en Chernóbil [Ucrania, 1986], toda la gente debería ser evacuada a largo plazo. Evacuar Tokio llevaría años", dice. Van de Putte y su equipo han detectado en la población de Iitate -a 40 kilómetros de la central- unos niveles de radiación hasta de 10 microsievert por hora, y en otros puntos cerca de Tsushima -a algo más de 30 kilómetros de la central-, más de 100 microsievert por hora. "Cualquiera que pase solo unos pocos días en estas zonas podría resultar expuesto a la dosis máxima de radiactividad acumulada permitida al año (que es de 1 milisievert o 1.000 microsievert)", afirma. Se considera que una exposición a 100 milisievert por año es el umbral a partir del cual es evidente el incremento del riesgo de sufrir cáncer. El Gobierno japonés ha afirmado que las mediciones de Greenpeace no son fiables, pero, según Van de Putte, "no hay contradicción" entre sus datos y los datos oficiales. "El Gobierno sabe que los altos niveles de radiación han superado la zona oficial de evacuación y no está informando a la gente de los riesgos. [...] La contradicción está entre los datos y la acción del Gobierno". "Las autoridades deben actuar urgentemente. En un marco ideal, habría que ampliar toda la zona de evacuación, pero, dada la situación de emergencia, recomendamos que se comience por las áreas más contaminadas, dando prioridad a los niños y a las mujeres embarazadas", dice.

La radiactividad en el mar japonés se dispara 4.385 veces por encima del límite legal

Tokio endurece los requisitos de seguridad en las centrales nucleares pero rechaza aumentar la zona de exclusión a pesar de que la contaminación la desborda. La radiactividad en el mar japonés se dispara. En los alrededores de la central de Fukushima la yodina supera en 4.385 veces el límite legal, superando a la cifra récord de 3.355 veces registrada ayer en muestras de agua a 330 metros al sur de un desagüe cercano a los reactores 1 a 4 de la central. El primer ministro, Naoto Kan, por otra parte, ha reiterado que la central será desmantelada en cuanto sea posible, según ha declarado el líder del Partido Comunista japonés, Kazuo Shii. Mientras continúan los esfuerzos por drenar el agua contaminada en la central, el Gobierno japonés, muy criticado por la gestión de la crisis nuclear, ha rechazado la recomendación del OIEA de ampliar la zona de exclusión nuclear de 20 kilómetros de la que hasta ahora ha evacuado a todos sus ciudadanos. La oficina atómica de la ONU había propuesto la medida después de que la contaminación en la localidad de Iitate, de 7.000 habitantes, situada a 40 kilómetros de la planta, desbordara los límites normales. "Una primera apreciación indica que ha sido sobrepasado uno de los criterios del OIEA", señaló ayer Denis Flory, subdirector de Seguridad Nuclear de la organización. La ampliación de la zona de exclusión habría supuesto el desplazamiento de unos 130.000 habitantes más, que se sumarían a los 70.000 ya evacuados. Lo que sí ha hecho sin más delación el Gobierno es dar orden de que se incrementen las medidas de seguridad en las 55 plantas atómicas del país con efecto inmediato. Los nuevos requisitos, que deberán haber sido cumplidos para finales de abril, incluyen la obligación de disponer de generadores eléctricos de emergencia móviles para suplir posibles fallos en la red de suministro principal, y tener camiones de bomberos con las mangueras preparadas en todo momento para garantizar la refrigeración de los reactores y las piscinas de las barras de combustible usado en caso de necesidad, según dijo el Ministerio de Economía, Comercio e Industria. Otras medidas, como la construcción de muros de protección contra tsunamis más altos, serán consideradas tras haber llevado a cabo una evaluación completa del desastre en la central de Fukushima I. Tokio también revisará su política energética para impulsar las renovables. "Estas son medidas mínimas que ahora pensamos que deben ser tomadas inmediatamente", dijo Banri Kaieda, portavoz del Ministerio, informa Reuters. Kaieda afirmó que el plan no precisa que se paralice el funcionamiento de las plantas. Casi el 90% de los reactores de Japón no han cumplido aún las normas de seguridad dictadas en 2006 sobre protección contra tsunamis. Antes del desastre, que afectó gravemente al complejo nuclear y la red de distribución, la energía atómica suponía el 30% de la capacidad de generación eléctrica de Japón; un porcentaje que se pensaba incrementar hasta el 50% para 2030, uno de los más altos del mundo. El anuncio de las nuevas medidas de seguridad supone un reconocimiento de que las normas existentes hasta ahora eran inadecuadas e insuficientes para hacer frente al terremoto de magnitud 9 en la escala Richter y el tsunami que devastaron la costa nororiental del país. Contaminación hasta en Nueva York Hoy la contaminación ha llegado incluso (en dosis prácticamente imperceptibles) a la lluvia de Nueva York y a productos lácteos en Estados Unidos. Desde que el 11 de marzo, las perspectivas de estabilizar la situación en Fukushima parecen cada vez más lejanas. Los equipos de emergencia continuaron ayer la lucha para retomar el control del complejo atómico, situado unos 240 kilómetros al norte de Tokio, de donde se sigue fugando la radiación. Ayer fue detectado humo que salía de la central Fukushima II, situada a varios kilómetros de la primera y que se encuentra en parada estable desde el terremoto. Las autoridades afirmaron que el humo procedía de un panel de distribución eléctrica. El presidente de Tokyo Electric Power (Tepco), Tsunehisa Katsumata, dijo que cuatro de los seis reactores de la planta (del número 1 al número 4) serán cerrados y nunca volverán a ser utilizados. Una declaración que suena extemporánea cuando la situación de varios de los reactores ni siquiera está estabilizada, la amenaza de una gran fuga radiactiva sigue viva, y, según algunos expertos, la crisis puede tardar meses, e incluso años, en ser resuelta. "No estamos en situación de poder decir cuándo podremos tener esto bajo control", reconoció Yukio Edano, portavoz del Gobierno. Tepco dijo que llevará "bastante tiempo" estabilizar los reactores que están sobrecalentados. Por otra parte, en Tokio, los emperadores de Japón, Akihito y Michiko, visitaron ayer por primera vez a centenares de refugiados a causa del seísmo en un centro de acogida de la capital. El balance de víctimas por el terremoto ha ascendido a 11.417 muertos y 16.273 desaparecidos, según datos de la Agencia Nacional de Policía.

lunes, 28 de marzo de 2011

Condiciones extremas

Un enorme continente cubierto por una capa de hielo, pero no dormido. La Antártida muestra cómo la vida surge en las situaciones más duras . Dios mío, este es un lugar espantoso! Y espantoso sobre todo para nosotros, que nos hemos esforzado tanto sin vernos premiados por la prioridad...", escribió el británico Robert Falcon Scott en su diario, poco antes de que él y sus cuatro compañeros murieran congelados al regresar del Polo Sur. El noruego Roald Amundsen se les había adelantado 35 días: llegó al centro de la Antártida el 14 de diciembre de 1911. A punto de cumplirse el centenario de la hazaña de estos pioneros, la Antártida continúa siendo ese continente inhóspito, pero al mismo tiempo fascinante, al que pertenecen el 10% de las tierras emergidas del planeta, cubiertas en más de un 99% por una capa de hielo de una profundidad media de 2,2 kilómetros y máxima de cinco. Ostenta récords como ser el lugar donde se han registrado la temperatura más baja (-89,2 grados en julio de 1983) y los vientos más intensos (327 kilómetros por hora en julio de 1972). Condiciones extremas tras las que se parapeta un entorno único para el planeta que no pertenece a nadie, sin más población que los investigadores (unos 4.000 en verano y 1.000 en invierno) y los cada vez más numerosos turistas (36.881 en la temporada 2009-2010), según la Asociación Internacional de Tour Operadores Antárticos (IAATO). Las reservas de petróleo, gas, cobre y otros metales y minerales que posee la Antártida la han puesto en el punto de mira de los Gobiernos. De momento, el entorno se preserva gracias a su inaccesibilidad natural y al Sistema del Tratado Antártico (1959), ratificado por 48 países, entre ellos España, que garantiza el uso pacífico del continente y su consagración a la ciencia. "El tratado ha demostrado su efectividad. Por ejemplo, ha puesto freno a las reivindicaciones territoriales de algunos países y a la explotación de los recursos minerales al menos hasta 2048", indica Jerónimo López, geólogo, delegado de España en el Comité Científico para la Investigación en la Antártida (SCAR) y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, con nueve expediciones antárticas a sus espaldas. "¿Qué hacemos los científicos allí, tan lejos? La Antártida es un lugar clave donde se desarrollan procesos que afectan de forma global al planeta, a las corrientes, al clima. Por ejemplo, gracias a que desde principios de los sesenta se realizaban mediciones se detectó el agujero de ozono en los ochenta, cuyas causas no se habían producido allí, sino en el hemisferio norte, y se pudieron tomar medidas para frenar su efecto, que podría haber sido catastrófico", explica López. Y no solo eso, como recalca Josep María Gili, biólogo marino y responsable de la actual campaña de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la Antártida: "Al contrario de lo que se podría pensar, no es un continente dormido a causa del frío. Se trata de una de las reservas más importantes de biodiversidad marina del planeta". Gili era un poco escéptico al principio. "Pensaba que a partir de 50 metros no iba a encontrar nada. Pero hay vida, y mucha. Por poner un ejemplo, se han localizado unas esponjas que pueden medir hasta dos metros de altura y tener cientos de años". Un equipo del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, compuesto por 40 científicos de nueve países, investiga ahora en la Antártida la recuperación del fondo marino de las bahías Larsen, que se habían mantenido bajo una placa de hielo durante los últimos mil años. Una explosión de vida ligada al mar y al hielo marino, porque el centro de la Antártida es un desierto en el que hay menos precipitación que en el Sáhara. El continente mide 14 millones de kilómetros cuadrados y contiene el 90% de hielo del mundo y el equivalente al 80% del agua dulce existente. Durante el invierno austral, la superficie del mar se congela y cubre un área de 20 millones de kilómetros cuadrados; el continente duplica así su extensión. En esas plataformas se acumula el fitoplancton, unas algas microscópicas de las que dependen todas las formas de vida marina. Al fundirse esta cubierta en los meses de verano, el fitoplancton se libera. Es el alimento más esperado. Primero, por el krill, una especie de camarón de 60 milímetros de longitud que avanza en grandes bandadas -en 1981 se encontró una que ocupaba 450 kilómetros cuadrados-. El krill es a su vez la base de la alimentación de peces, pingüinos y otras aves marinas, ballenas y focas. Por otra parte, el hielo continental, que no se funde ni en verano, es el mejor registro de la evolución del clima en la Tierra. Para hacerse una idea de la magnitud de esta masa, si se llegara a derretir por completo, el nivel de los océanos aumentaría unos setenta metros. "El hielo más antiguo que se ha encontrado aquí data de hace 800.000 años y guarda burbujas de aire con valiosa información, contenido en CO2, en metano... Y esto es fundamental para saber qué pasó entonces e incluso llegar a conocer el papel de los humanos en el cambio climático. Una cuestión que también se estudia en Groenlandia, con una diferencia: allí el hielo tiene poco más de 100.000 años", sostiene López. La vocación antártica de España es tardía, pero se ha implantado con fuerza. Nuestro país mantiene dos bases, ambas de verano: la Juan Carlos I, gestionada por el CSIC y en proceso de remodelación, y la Gabriel de Castilla (palentino al que se le atribuye el descubrimiento de la Antártida en 1603), dirigida por el Ministerio de Defensa, con una función de soporte logístico a los científicos. "Creo que nuestra presencia es digna, pero mejorable. No con más bases, sino estando atentos a la evolución de la investigación, usando información actualizada", opina el delegado antártico. Desde la creación en 1988 del Programa Nacional de Investigaciones Antárticas, España ha subvencionado 400 proyectos, la mayor parte en la Antártida. En la campaña actual hay en marcha 16 con un coste de 6,5 millones (1,2 se van en investigación y 5,3 en logística), indica Montserrat Torné, directora general de Investigación y Gestión del Plan Nacional de I+D+i. En total, existen 64 bases, de las que unas 40 son de verano. El delegado español antártico está seguro de que "cada vez se va a prestar una mayor atención al continente". Como demuestra el Año Polar Internacional (2007-2008), que involucró a unos 10.000 científicos de 63 países, y ha supuesto una gran mejora de las redes de observación en tierra, mar y en el espacio. ¿Se deshiela? "El Polo Norte se está deshelando de 3,5 a 4 veces más rápido que el Polo Sur", sostiene el investigador español y miembro de la Academia de las Ciencias rusa Adolfo Eraso, que a sus 76 años acaba de regresar de la Antártida. Su afirmación se basa en los datos obtenidos de las sondas que monitorizan ocho glaciares, cuatro en el hemisferio norte y cuatro en el sur. Es el proyecto Glackma, que utiliza los glaciares como sensores de la evolución del calentamiento global. Los datos recogidos les permiten asegurar que cualquier variación de la temperatura ambiente conlleva una respuesta inmediata en la descarga líquida del glaciar -no el hielo-, y que ésta se duplicó en la Antártida en 13 años (de 1987 a 2000). Un proceso que se repitió entre 2003 y 2006, tanto en volumen como en días de descarga anuales, lo que remarca la tendencia acelerada. El delegado español en el Comité Científico Antártico, Jerónimo López, comparte su opinón. "El deshielo tan notable del Polo Norte no ocurre en la Antártida". El Ártico perdió en septiembre, cuando menos helado está el mar, un 35% con respecto a 1979. "Es fácil que entre 20 y 40 años haya un deshielo total en ese mes. En la Antártida, en cambio, el mar helado no ha decrecido en 30 años; incluso ha aumentado un poco, más o menos un 1% por década".

La genética pone cerco al cáncer

La secuencia de 2.000 genomas tumorales abre una era en la lucha contra la enfermedad - El 2% de los genes está implicado en la alteración de células. La investigación del cáncer no era el primer objetivo del proyecto genoma, pero ya se ha convertido en una de sus aplicaciones prioritarias. La razón no es tanto una decisión de política científica como el espectacular avance de las técnicas de lectura de ADN, y en particular su rápido abaratamiento, que han permitido obtener en los últimos años la secuencia de unos 2.000 cánceres de pacientes. Su comparación con el tejido normal del propio paciente ha revelado ya cientos de nuevos genes del cáncer, y está avistando una nueva generación de estrategias terapéuticas. Los primeros datos que emergen de ese alud de información genética pueden parecer desalentadores. Se sabe ahora que un tumor humano típico tiene entre 1.000 y 10.000 mutaciones puntuales, o cambios de una sola letra en el ADN, respecto al tejido sano circundante. Hay algunos cánceres que tienen menos, como el meduloblastoma y la leucemia aguda. Pero también otros que tienen aún más, como los de piel y pulmón, que pueden superar los 100.000 cambios en el ADN. El genoma humano tiene unos 3.000 millones de bases (o letras del ADN), por lo que esos tumores tienen cambiada una de cada 30.000 letras. La mayor parte de estos cambios son distintos entre un paciente y otro, aunque sean del mismo tipo de cáncer. Y muchas de ellas son muy anteriores a la aparición del tumor. Todas nuestras células van experimentando cambios en su ADN a medida que proliferan durante el desarrollo normal -del feto y del niño- y también durante la vida del adulto, cuyos tejidos se siguen renovando por proliferación de nuevas células de reserva (las células madre adultas). Pero muchas otras son propias del tumor. La alta tasa de mutación en los tumores de piel y pulmón, de hecho, se debe a la permanente exposición que han sufrido esos tejidos a dos de los más potentes carcinógenos conocidos: la radiación ultravioleta de la luz solar y los productos de la combustión del tabaco. Otra fuente de mutación, en algunos casos muy concretos, es la propia terapia antitumoral. Es el caso de los gliomas (cánceres de cerebro resistentes) que ya habían sido tratados con agentes de quimioterapia que dañan el ADN, como la temozolomida. El objetivo de estos agentes es destruir a las células tumorales, que al estar proliferando muy activamente son las que más daños reciben en su ADN. Si no mueren, revelan en sus genomas los estragos del propio tratamiento. Solo algunos de estos cambios tienen efectos cancerígenos. Se los suele llamar conductores. El resto son simples pasajeros. La genómica del cáncer ha confirmado que los segundos son muy mayoritarios, como cabía esperar -y como sucede en los autobuses-, pero también ha encontrado muchos más conductores de los previstos. Solo los dos primeros genomas del cáncer secuenciados, los de colon y mama, duplicaron el número conocido de oncogenes, o genes que al mutar provocan cáncer. "Parece haber muchos más drivers (genes conductores) que los que podían identificarse con las estrategias convencionales", dice el genetista Michael Stratton, del Instituto Sanger de Cambridge, en el último número de la revista Science. "Si esto es cierto, un número sustancial de genes del cáncer aún esperan a ser descubiertos, si bien muchos de ellos solo contribuirán al cáncer de manera infrecuente". Sea cual sea su número final, los oncólogos pueden contar con una lista aceptablemente completa de los genes implicados en cada tipo de tumor: los que actúan en las fases tempranas de la enfermedad -y pueden ser la clave de un diagnóstico precoz-, los que disparan el crecimiento tumoral propiamente dicho, los que agravan el pronóstico de casi cualquier tipo de cáncer, y los que tienen una importancia menor, o son más infrecuentes. Los oncólogos ya se apoyan en algunos de estos genes para decidir el tratamiento óptimo en cada caso. Pero esta tendencia solo puede explotar en los próximos años, con 2.000 cánceres secuenciados. Los científicos han identificado hasta ahora unos 400 genes humanos que, cuando están alterados, causan una u otra forma de cáncer. Como el genoma humano solo tiene 20.000 genes, eso es más o menos el 2% de los genes humanos. Pero es una cifra muy abordable para su progresiva aplicación clínica. Darwin en el cuerpo Los fundamentos biológicos del cáncer nunca han parecido muy simples, pero si algo se puede decir de la genómica es que ha logrado complicar el cuadro todavía más. Por ejemplo, en los cánceres de mama y pulmón, dos de los más comunes, los genomas han revelado que cada tumor individual sigue su propio curso evolutivo. Estos tipos de tumores tienen decenas de miles de mutaciones puntuales, o cambios de letra en el ADN, aunque solo 90 se pueden considerar conductoras, es decir, cambios relevantes para el proceso tumoral. Los genes del cáncer no están ahí para provocar cáncer. Son genes esenciales para el desarrollo humano, implicados en los mecanismos más básicos que regulan la proliferación de las células, y su diferenciación progresiva en los distintos órganos y tejidos del cuerpo. Es justo por eso por lo que sus mutaciones pueden estropear los controles de proliferación de la célula, o conferirle una ventaja selectiva en la competencia con las células normales. O simplemente, arruinar sus mecanismos de reparación, disparando así una evolución muy acelerada. También hay genes cuyas mutaciones mejoran la capacidad de la célula cancerosa para invadir otros órganos distintos, y que por tanto están detrás de la aparición de metástasis, los tumores secundarios que acaban matando al paciente en la mayor parte de los casos. Las mutaciones del cáncer no son meros errores: son el tipo de errores que le dan a la célula una ventaja competitiva. No vuelven loca a la célula, sino que la adaptan a un entorno enloquecido. Es un perfecto modelo de evolución darwiniana dentro del cuerpo.

Ante el tsunami, edificios más altos

Indonesia, Irán, Pakistán, China. Ikuo Towhata, de 56 años, especialista en ingeniería geotécnica y experto en terremotos de la Universidad de Tokio, ha visitado todos estos países para estudiar los mecanismos de destrucción y el efecto sobre el suelo de los temblores de tierra. Nacido en Kobe, que sufrió en 1995 un terremoto que provocó unos 5.000 muertos, estudia ahora una catástrofe mucho mayor. Towhata asegura que las placas tectónicas del Pacífico y de Filipinas están moviéndose bajo Japón, lo que hace presagiar otro gran terremoto en la zona de Tokio o más al sur antes de 30 años. Pregunta. ¿Qué valoración hace del terremoto y el tsunami del 11 de marzo? Respuesta. El área dañada es enorme, más de 500 kilómetros de costa. Los edificios aguantaron muy bien el terremoto, pero el terreno sufrió grandes destrozos. Terraplenes, autopistas y líneas de ferrocarril resultaron destruidos. Cinco o seis millones de personas se vieron afectadas. Un factor clave fue el tsunami. La región de Sendai ha sido atacada en el pasado por tsunamis así y contaba con muros de contención. Pero los más altos tenían 10 metros de altura. La gente pensaba que era suficiente y no fue así. P. ¿Qué altura tuvo el tsunami? R. Llegó a 15, 20 e incluso 30 metros en algunos lugares. Ha sido una situación extrema. Cuando la altura de un tsunami es mayor que el valor de diseño de los muros, todo queda destruido. P. Desde el temblor se han producido centenares de réplicas, incluso de magnitud superior a 7. ¿Por qué? R. Un terremoto de intensidad 9 no implica que se produzca una ruptura completa de la falla. Algunas partes sobreviven, y ahora se están rompiendo una a una. P. Japón está bien preparado para soportar terremotos, pero no tsunamis, según demuestra lo ocurrido. ¿Qué pasó? R. La altura de los tsunamis ha sido infravalorada. Algunos edificios aguantaron muy bien el ataque del agua. Mucha gente subió a sus azoteas y sobrevivió. Pero no todo el mundo tuvo esta oportunidad. P. ¿Qué hacer contra los tsunamis? R. No podemos parar los tsunamis, construir muros a lo largo de cientos de kilómetros de costa. La clave es el sistema de aviso, la evacuación. Es preciso contar con edificios altos a los que la gente pueda subir una vez dada una alerta de tsunami. Edificios de 20 metros parece ser una altura razonable. P. ¿Qué consecuencias debe sacar Japón de esta catástrofe? R. Deberíamos pensar cómo gestionar el sistema en su conjunto para reducir el daño. Deberíamos cambiar el modo de pensar, porque incluso si un suceso terrible como este solo ocurre cada mil años en el área de Tohoku (noreste de Japón), podría producirse un gran sismo en otras partes de Japón, quizás antes de 30 años, en la zona de Tokio y la costa del Pacífico, Nagoya y la isla Shikoku. P. La previsión de un gran terremoto en la zona de Tokio antes de 30 años es anterior a este sismo. ¿El terremoto del 11 de marzo modifica esta previsión? R. No es posible saberlo. P. Japón tiene muchas centrales nucleares junto a la costa. ¿Qué hacer ahora? R. Esto va a ser un tema muy controvertido a partir de ahora. La seguridad es un tema clave, y tras lo ocurrido nadie confía en Tokyo Electric Power [Tepco, la empresa que opera la planta atómica de Fukushima]. La gente comienza a decir que no quiere centrales nucleares, pero ¿de dónde obtener la energía eléctrica? Va a producirse una gran controversia política.

Detectada agua altamente radiactiva en el exterior del reactor 2 de Fukushima

El Gobierno nipón critica las mediciones de Tepco del nivel de radiactividad.- Los expertos creen que podría haber una fuga de agua contaminada. La compañía que opera la siniestrada central nuclear de Fukushima ha detectado agua con un elevado nivel de radiactividad, superior a 1.000 milisievert, en el exterior del edificio de contención y de la turbina del reactor 2, según ha anunciado hoy un portavoz de la empresa, Tokyo Electric Company (Tepco). Una exposición a 100 milisievert por año es el umbral a partir del cual es evidente el incremento del riesgo de sufrir cáncer. La cifra de hoy supera al pico que se registró ayer en el nivel de radiación detectado en la central, la más alta desde que las instalaciones quedaran dañadas tras el terremoto y el tsunami del 11 de marzo. El Gobierno considera que el reactor 2 podría haber sufrido una fusión parcial del núcleo, después de que el terremoto y el tsunami del 11 de marzo averiara el sistema de refrigeración de los reactores de la central. El Ejecutivo ha acordado un recorte del 14% del sueldo de los parlamentarios para contribuir a los trabajos de reconstrucción tras la catástrofe. Tepco aseguró ayer que había detectado un nivel de radiación de 1.000 milisievert por hora (100.000 veces por encima de la radiación habitual), y todo indica que procede de una fuga de agua del segundo reactor. Ante los altísimos índices de radiactividad, los trabajadores que desde hace dos semanas luchan para estabilizar el reactor tuvieron que evacuar las instalaciones. "Es un valor muy elevado", afirmó Hidehiko Nishiyama, portavoz de la agencia de seguridad nuclear de Japón, quien añadió que había una "alta probabilidad" de que el agua contaminada proviniera de una fuga en el segundo de los seis reactores que tiene la central. Existe la posibilidad de que las vasijas de las barras de combustible usado o el sistema de tuberías estén dañados. Algunos expertos extranjeros afirman que estos niveles de radiactividad en el agua indican que el núcleo del reactor se ha fundido en parte. Desestimado el aviso de Greenpeace La asociación Greenpeace ha alertado de que se han localizado niveles de radiación en un radio de 40 kilómetros de la central, por lo que ha pedido a las autoridades niponas que amplíen el perímetro de evacuación. El Gobierno nipón ya ha desestimado la petición y asegura que las cifras aportadas por la asociación "no son fiables", según ha comunicado la agencia de seguridad nuclear japonesa. Y han añadido que la mayoría de los residentes han abandonado esa área y casi nadie vive en la zona. La agencia de seguridad nipona también ha desmentido los rumores sobre la salud del consejero delegado de Tepco, Masataka Shimizu, cuya ausencia durante un par de días tras la crisis nuclear había provocado especulaciones sobre su estado de salud. Nishiyama ha explicado en una rueda de prensa que el consejero delegado se ha tomado un descanso tras trabajar denodadamente para intentar resolver la crisis de Fukushima. El partido en el Gobierno nipón ha acordado hoy con al oposición que los parlamentarios se rebajen el sueldo para financiar los trabajos de reconstrucción tras la devastación causada por el seísmo y el tsunami, según ha informado la agencia Kyodo. El recorte, equivalente al 14 % del sueldo anual de un parlamentario, aportará 2.000 millones de yenes (17 millones de euros) al mayor esfuerzo de reconstrucción de Japón desde la Segunda Guerra Mundial, estimado en 20.000 millones de euros. Criticas a las mediciones de Tepco El Gobierno nipón ha juzgado hoy "inaceptable" un error en la medición del nivel de radiactividad cometido por Tepco. "Sabiendo que la vigilancia de la radiactividad es una condición crucial para garantizar la seguridad, este tipo de error es absolutamente inaceptable", ha subrayado Yukio Edano, portavoz del Gobierno, en una rueda de prensa, recogida por France Presse. Edano se refería a la cifra difundida ayer por la operadora de la central, que comunicó se había registrado un nivel de radiactividad 10 millones de veces superior a la normal en una muestra del agua vertida por la central al mar. El dato fue difundido en cadena por los medios japoneses e internacionales, contribuyendo a la psicosis generalizada sobre la central nuclear. El Ministro de Industria francés, Éric Besson, ha informado hoy de que Tepco ha pedido ayuda por primera vez a los grupos industriales franceses de energía EDF y Areva para controlar la situación de su reactor número 2. En una entrevista a la emisora RTL, el ministro ha celebrado la decisión del Ejecutivo nipón de recurrir también al Comisariado para la Energía Atómica (CEA) de Francia en su intento por enfriar el reactor donde se ha producido una fusión parcial de las barras de combustible nuclear. El límite del riesgo: 100 milisievert al año Una única dosis de 1.000 milisievert puede causar mareo, náuseas y vómitos y, según la agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos, es suficiente para provocar hemorragias. Se considera que una exposición a 100 milisievert por año es el umbral a partir del cual es evidente el incremento del riesgo de sufrir cáncer. Tepco dijo inicialmente que la cantidad de yodo radiactivo en el agua era 10 millones de veces superior a la normal, pero más tarde rectificó y aseguró que había cometido un error de medición y que se trataba de 100.000 veces. El Gobierno ha tildado este error de "inaceptable" por la alarma desatada. La situación en las turbinas de los otros reactores tampoco es precisamente idílica: en los números 1 y 3, la radiación es 10.000 veces superior a la normal. Ni Tepco ni el Gobierno han detallado cuántos operarios fueron evacuados. Tal como explica The Washington Post, el número de trabajadores en la planta fluctúa cada día entre los 500 y los 1.000. Los empleados de Tepco son únicamente una porción de la fuerza de trabajo. El martes, por ejemplo, había 700 en las instalaciones, aclaró NISA la agencia de seguridad. De ellos, 500 eran de Tepco, 100 subcontratados y 100 trabajadores más que se repartían entre el Ejército y los bomberos. Alta radiación en el mar Los altos niveles de radiactividad detectados en las turbinas de los reactores 1, 2 y 3 han retrasado los trabajos para restablecer el sistema de refrigeración de sus instalaciones. Según la cadena japonesa de televisión NHK, los operarios de Tepco tratarán hoy de drenar agua contaminada del reactor 1 mientras se teme que se retrasarán los esfuerzos para refrigerar las unidades 2 y 3 debido al alto nivel de radiactividad detectado. Los técnicos han fijado como una prioridad bombear el agua radiactiva de los reactores después de que el sábado pasado Tepco reconociera que la radiación en el mar junto a la planta atómica se ha disparado en los últimos días, hasta alcanzar el viernes pasado 1.250 veces el límite legal. Ayer llegó a 1.850 veces. La extracción del agua radiactiva ha retrasado los trabajos para restablecer los sistemas de refrigeración. El portavoz del Gobierno afirmó que la situación en Fukushima I, situada unos 240 kilómetros al norte de Tokio, permanece sin grandes cambios y que "llevará algún tiempo extraer el agua, garantizando al mismo tiempo la seguridad de los trabajadores". Dos de las unidades de la central siguen en un estado considerado seguro, mientras las otras cuatro aún son inestables. El proceso de enfriamiento de los reactores ha tenido que ser suspendido en varias ocasiones, debido a explosiones y picos de radiactividad. El jueves pasado, tres técnicos se vieron expuestos a grandes cantidades de radiación, y dos de ellos tuvieron que ser hospitalizados con quemaduras porque vestían equipos de protección inadecuados. Ansiedad entre la población El alargamiento de la crisis inquieta en Japón, donde mucha gente vive en un estado de ansiedad, agravado por las noticias surgidas en los últimos días sobre la contaminación del agua, la leche y las verduras de las prefecturas cercanas a la instalación atómica. Una alarma de tsunami tras un nuevo temblor de magnitud 6,5 en la prefectura de Miyagi -una de las más afectadas por el terremoto del día 11- mantuvo al país en vilo esta mañana (madrugada española). Al final, todo se resolvió con inofensivas olas de medio metro. En Chernóbil (Ucrania), que sufrió en 1986 el peor accidente nuclear ocurrido hasta la fecha, fueron necesarias semanas para estabilizar lo que quedaba del reactor que explotó, y meses para limpiar la radiactividad y cubrir la central con un sarcófago de hormigón y acero. Según una encuesta hecha pública ayer por la agencia de noticias Kyodo, el 58% de los japoneses critica la gestión de la crisis nuclear por parte del Gobierno, pero más del 50% aprueba los esfuerzos de rescate y ayuda a los damnificados por el terremoto y el tsunami. Un total de 10.872 personas han muerto y 16.244 han desaparecido en el desastre natural, según las últimas cifras oficiales.